LA HABANA (Reuters) – El nuevo presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, comenzó su mandato el jueves con la promesa de defender la revolución socialista liderada por los hermanos Castro desde 1959, dando un discurso estridente que también enfatizó la necesidad de modernizar la economía de la isla.
Un incondicional del gobernante Partido Comunista, Díaz-Canel juró reemplazar a Raúl Castro por la Asamblea Nacional en un nuevo capítulo para la isla caribeña, pero que ha sido cuidadosamente administrado y tiene como objetivo preservar el sistema político.
“El mandato dado por la gente a esta casa es dar continuidad a la revolución cubana en un momento histórico crucial”, dijo Díaz-Canel a la asamblea en su primer discurso como presidente.
Rindió un largo homenaje a Raúl Castro, de 86 años, llamándolo el mejor alumno de su hermano Fidel.
Fidel Castro, quien dirigió una banda de rebeldes que derrocó a un dictador respaldado por Estados Unidos y luego gobernó durante décadas, entregó el poder a Raúl Castro en 2008 a medida que su salud se deterioraba. Murió en 2016.
Raúl Castro mantendrá una influencia considerable, ya que seguirá siendo el jefe del Partido Comunista hasta un congreso en 2021. Díaz-Canel, de 57 años, dijo que Castro seguiría siendo el líder de la revolución y que estaría involucrado en decisiones importantes.
Lo elogió como luchador y por las reformas que introdujo durante su década como presidente.
Su discurso estableció un curso para su mandato de cinco años, en el que tendrá que lograr un equilibrio entre defender el sistema socialista de Cuba y reformarlo lo suficiente como para satisfacer a una generación joven hambrienta de mejores condiciones económicas.
Confirmó las expectativas de que la transición no anunciaría cambios radicales en una de las últimas economías estatales y sistemas de un solo partido del mundo, prometiendo que no habrá retorno al capitalismo.
Díaz-Canel, quien ha ascendido a las filas del Partido Comunista durante tres décadas, dijo que el nuevo período también se caracterizaría por la “modernización del modelo económico y social”.
Dijo que no habría compromiso en la política exterior de Cuba, que está marcada por las relaciones volátiles con los Estados Unidos. En una repetición de una postura largamente sostenida por La Habana, dijo que mantendría un diálogo con cualquiera que tratara a Cuba como un igual.
La sesión del jueves se celebró en el 57 aniversario de la derrota de Cuba en 1961 de una invasión de exiliados cubanos respaldada por la CIA en la Bahía de Cochinos, una victoria que La Habana ha marcado durante mucho tiempo como un símbolo de su resistencia a la presión “imperialista” por el cambio de Washington.
De los 604 legisladores presentes, 603 votaron a favor de hacer que Díaz-Canel sea presidente, marcando un cambio generacional de los ancianos líderes que lucharon para derrocar al dictador Fulgencio Batista.
Reuters
Raúl Castro (centro-izquierda) y Miguel Díaz-Canel (centro-derecha) llegan para una sesión de la Asamblea Nacional en La Habana, Cuba, 18 de abril de 2018.
Castro escuchó desde la primera fila de la asamblea, balanceándose de un lado a otro en su silla. En un momento se puso de pie, con los brazos alzados en estruendosos aplausos.
Para muchos cubanos, que luchan con dificultades económicas y frustrados con el énfasis del gobierno en la continuidad en lugar del cambio, se considera que la transición en el líder no va mucho más allá del simbolismo de un nuevo líder.
“Siempre deseamos que lo simbólico se traduzca en acciones reales y concretas para nuestras vidas”, dijo José Jasan Nieves, de 30 años, editor de un medio de comunicación alternativo al monopolio estatal de los medios. “Pero este no es el caso”.
Los cubanos esperan que el próximo gobierno pueda revivir una de las últimas economías de planificación centralizada al estilo soviético del mundo, que no ha mejorado con las limitadas reformas de mercado de Castro.
El tiempo de Castro en el cargo también será recordado por su acuerdo histórico con el ex presidente estadounidense Barack Obama para restablecer los lazos diplomáticos cortados hace mucho tiempo y buscar el fin de décadas de hostilidades entre los dos países.
Las relaciones se han vuelto a tensar bajo el presidente Donald Trump.
(Reporte de Sarah Marsh y Frank Jack Daniel; Edición de Frances Kerry)
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