Por
.La intérprete fue nominada al Globo de Oro y ahora protagoniza la nueva campaña de El Corte Inglés y será la ambición rubia en un biopic.
Como el pequeño Totó en Cinema Paradiso, Ana de Armas se quedó prendada con el cine cuando era sólo una niña. No fue consciente de que el gusanillo de la interpretación corría ya por su sangre, quizás porque querer ser actriz a principios de los 90 en Cuba era algo más que un sueño, casi una misión imposible. Nació en 1988 en Santa Cruz del Norte, un municipio cerca de la Habana donde ni siquiera tenía televisión ni DVD en su casa. Por eso descubrió el cine en la del vecino. Para acabar con toda épica, ni siquiera fue un gran clásico lo que despertó su curiosidad, sino Matilda, el filme infantil dirigido por Danny DeVito. Cuando volvió a su casa repitió de carrerilla las escenas que había visto para su hermano Javier, como ella siempre recuerda en las entrevistas en las que se le pregunta por su infancia.
Nunca imaginaría aquella niña que jugaba por calles llenas de coches antiguos y casas coloniales, que se convertiría en una estrella de Hollywood. Que cambiaría aquella Cuba del bloqueo americano por la meca del cine en EEUU y que se convertiría en la actriz de moda. 2020 ha sido su año, quién lo diría con la que está cayendo, y a su primera nominación al Globo de Oro por Puñales por la espalda, se une un gran número de proyectos entre los que destaca el thriller de Adrian Lyne Deep Water donde conoció a Ben Affleck, su pareja actual con el que tuvo, según dicen, “una conexión instantánea”. Por si fuera poco se convertirá en Marilyn Monroe en el esperado biopic que ha rodado a las órdenes de Andrew Dominik y que puede suponer su salto definitivo. También es la nueva imagen de la campaña de Primavera de El Corte Inglés que amenizará los centros comerciales cuando reabran tras esta época de confinamiento.
Ana de Armas nunca ha tenido reparos en hablar de su tierra, y de hecho siempre que puede vuelve a ver a sus padres y amigos. Al menos una vez al año, siempre menos de lo que la gustaría. Sus padres, profesores universitarios, vivían sin lujos y a los 14 años la apuntaron a la Escuela de Teatro de la Habana. Allí comenzó a formarse hasta que llegó ese tren que sólo pasa una vez. Ese tren se llamaba Una rosa de Francia, y era una coproducción española dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón que se rodaba en la isla. Consiguió el papel, y con sólo 16 años debutó en el cine acompañando a Álex González.
De aquella película nació todo, y en una entrevista con Vanity Fair recordaba que rodándola “me enamoré de varias personas. Ahora en los rodajes ya sé que eso me va a pasar. Pero soy consciente de que es una burbuja que te envuelve apenas dos meses”. No imaginaba lo que la tenía preparado el futuro. A pesar de que en Cuba era feliz, siempre tuvo la ambición de dar un paso más. El siguiente era lógico: triunfar como actriz en España. Sus abuelos eran españoles, y ella tenía la doble nacionalidad, así que cuando cumplió los 18 cogió su pasaporte y llegó a una bulliciosa Madrid que la recibió con los brazos abiertos en forma de serie. Ana de Armas fue seleccionada para ser una de las protagonistas de El Internado, que comenzó en 2007 y donde coincidió con Blanca Suárez, Martiño Rivas y dos de sus mejores amigos: Elena Furiase y Fernando Tielve. Con ellos sigue en contacto, y es habitual verles juntos en sus publicaciones de Instagram.
Quizás fuera esa ambición, pero dejó la serie antes de que terminara, dejando a los fans en shock con la muerte de su personaje. Quería aventuras nuevas, y llegaron en forma de éxito de taquilla. Mentiras y Gordas la convirtió en una de las actrices jóvenes con más tirón en nuestro país y portada de numerosas revistas. El mismo año prueba suerte con otra serie de Antena 3, Hispania, pero no terminó de cuajar y abandonó la serie en 2011. Fue justo ahí cuando su vida personal salta a los medios, ya que en julio de ese mismo año se casa en la Costa Brava con el también actor Marc Clotet. Una relación que llevaron casi en secreto, con discreción hasta para anunciar su divorcio poco después de un año.
Y entonces llegó la dichosa crisis, que también afectó a las actrices y actores españoles. En 2013 rodó su última película en España, por Un puñado de besos, que fue masacrada por la crítica. Los guiones que le llegaban no le interesaban, sentía que se estaba encasillando y fue entonces cuando decidió que era el momento de irse a Hollywood. “Acabé yéndome por la misma razón que dejé Cuba. Quería algo más. Me interesaba estar en un lugar donde tuviera mas oportunidades. España estaba en plena crisis y las películas que se estaban haciendo allí no me motivaban”, contaba ella misma en una entrevista a La Vanguardia.
Cruzó el charco sin hablar inglés, pero no fue un impedimento para encontrar sus primeros papeles. Uno de sus padrinos fue Keanu Reeves, con quien coincidió en su debut en Hollywood, Toc Toc. A partir de ahí encadenó varios proyectos como Manos de piedra, Anabel o La hija de dios, donde coincidió con leyendas como Robert De Niro. A su llegada a Los Ángeles conoció a otra de sus parejas conocidas, el también español David Victori, una de las grandes promesas de nuestro cine y que saltó al foco de la industria tras ganar un concurso de cortos apadrinado por Ridley Scott. En esta nueva andanza en busca de conquistar Las Américas también la relacionaron con Édgar Ramírez y tuvo una relación duradera con el artista cubano Alejandro Piñeiro.
Sin duda fue 2017 el año en que cambió su vida para siempre, y lo hizo de la mano del director Denis Villeneuve, uno de los autores más respetados del Hollywood actual y que le dio un papel en Blade Runner 2049, la secuela de una de las películas más importantes de la historia del cine. Si había alguien que no hubiera caído rendido a la mirada hipnótica de Ana de Armas, lo hizo en la maratoniana campaña de promoción del filme que la llevó por las alfombras rojas de todo el mundo. En esta nueva vida nunca ha olvidado sus raíces, y siempre que puede menciona a Cuba, a sus padres y a sus amigos que permanecen allí. Se siente latina y así lo acreditan los amigos que ha hecho, entre los que destacan Edgar Ramírez y Wagner Moura, el brasileño protagonista de Narcos y junto al que ha actuado ya en dos películas.
Su golpe definitivo al estrellato llegó el año pasado. Ana de Armas estrenó Puñales por la espalda, y logró algo que parecía imposible: robar la función a un reparto coral en donde estaban Daniel Craig, Chris Klein y Jamie Lee Curtis. ¿El resultado? Su primera nominación al Globo de Oro. Suena a que no será la última, porque Hollywood ya se ha rendido a sus pies y este 2020 ya ha rodado el thriller Deep Water y se preparaba para estrenar la nueva película de la saga de James Bond, donde da vida a una explosiva Chica Bond. La gira de promoción comenzaba, de hecho, justo antes de que se decretara el estado de alarma en casi todo el mundo. En estos meses es cuando, además, se ha confirmado su romance con Ben Affleck. Son la pareja de moda y los paparazzi ya les han retratado paseando a sus perros y juntos en esta cuarentena.
El coronavirus también ha afectado a su carrera, ya que ha retrasado su película más esperada a 2021. Es entonces cuando se estrenará Blonde, la esperadísima adaptación de Andrew Dominik de la novela de Joyce Carol Oates sobre Marilyn Monroe. Sí, Ana de Armas se convertirá en la ambición rubia, y viendo las primeras imágenes del rodaje el resultado es espectacular. Con este papel consigue algo que muy pocas actrices extranjeras logran, que se les quite el estereotipo latino. Mujeres como Sofía Vergara o Salma Hayek sólo han encontrado papeles que lo perpetúan, pero ella ha conseguido meterse en la piel del mito cinematográfico más importante de EEUU. Sólo tiene 32 años, pero Ana de Armas ya ha demostrado que los sueños de aquella niña que veía Matilda en la casa de sus vecinos en Cuba están más que cumplidos.
Be the first to comment