La guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el gobierno colombiano iniciaron un segundo ciclo de diálogos en Ciudad de México con el objetivo de acabar con la confrontación que se ha extendido por casi seis décadas. Durante esta etapa, las partes se centrarán en definir la participación de la sociedad civil en el proceso de paz y la posibilidad de acordar un cese al fuego bilateral.
El cese al fuego ha sido un punto crítico en las negociaciones, ya que en enero, el gobierno decretó un cese al fuego sin el acuerdo previo del ELN, lo que generó una crisis en la mesa de negociaciones. Las partes se reunieron en Caracas para resolver el incidente.
Antes de debatir sobre el cese al fuego y la participación de la sociedad, las partes abordarán otros temas pendientes, como la agenda de los diálogos y el cumplimiento de los acuerdos logrados en el primer ciclo, incluida una “caravana humanitaria” que recorrió territorios en conflicto.
Este es el sexto intento de negociación entre el ELN y el gobierno para encontrar una solución política al conflicto. El proceso actual comenzó en 2017 durante el gobierno de Juan Manuel Santos, pero fue suspendido por más de tres años después de que el ELN atacara una escuela de policía en 2019. Los diálogos fueron retomados en noviembre de 2022 tras el ascenso al poder del presidente Gustavo Petro.
La nueva etapa de diálogos es respaldada por Noruega, Chile, Cuba y Brasil como garantes, acompañados por las Naciones Unidas y la Conferencia Episcopal de Colombia.
Sin embargo, la negociación ha estado marcada por debates. El ELN ha cuestionado públicamente la política de “paz total” del gobierno, que busca acercamientos simultáneos con múltiples grupos armados y bandas de narcotráfico. El máximo comandante del ELN, Eliécer Chamorro, ha reclamado un trato diferencial al de los “grupos armados organizados” y el jefe de la delegación del gobierno, Otty Patiño, ha respondido que la “paz total” tiene distintos tratamientos dependiendo de los actores ilegales.
El segundo ciclo de los diálogos entre el gobierno colombiano y la guerrilla Ejército de Liberación Nacional será una oportunidad clave para avanzar hacia la solución política de un conflicto que ha durado casi seis décadas. La definición de la participación de la sociedad civil colombiana y la posibilidad de acordar un cese al fuego bilateral serán los puntos centrales de las conversaciones.
Sin embargo, el proceso no está exento de desafíos y debates. El ELN ha cuestionado la política de “paz total” del gobierno y ha reclamado un trato diferencial, mientras que el gobierno defiende su postura. A pesar de estas tensiones, la nueva etapa de diálogo cuenta con el apoyo de países garantes como Noruega, Chile, Cuba y Brasil, además de las Naciones Unidas y la Conferencia Episcopal de Colombia.
Andrés Macías, investigador de conflicto y temas de paz de la Universidad Externado de Colombia, afirma que el ELN, como un grupo que en su origen tenía un interés político, quiere diferenciarse de otros actores armados como el Clan del Golfo. Sin embargo, la postura de Petro de no negociar políticamente con narcotraficantes pero sí con grupos armados, puede generar tensiones en el proceso.
En cualquier caso, la solución política del conflicto con el ELN es una oportunidad para que Colombia avance hacia un futuro más pacífico y próspero para todos sus ciudadanos. Será fundamental que ambas partes tengan la determinación y la flexibilidad necesarias para lograr un acuerdo justo y duradero.
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