Anoche vi el juego de béisbol entre Estados Unidos y Cuba. Terminado el encuentro que EU ganó por paliza de 14 a 2 di un recorrido por las redes.
Visité los medios de prensa del régimen y los blogs de los que defienden el sistema. Me llamó la atención un detalle. En casi todos ellos el lamento por la derrota va acompañado de una denuncia a la violencia y al odio que según ellos se sufrió en el stadium de Miami durante el encuentro.
Yo vi el partido desde el primer inning hasta el último y no recuerdo haber visto ese odio ni esa violencia que tanto denuncian. Eso sí, vi cientos de espectadores enarbolando letreros contra la dictadura. Luciendo t shirts donde se leía Patria y Vida, Libertad para Cuba, Abajo el Castrismo, y alguno que otro más osado o vulgar con un rotundo Díaz-Canel sin….
Escuché constantes coros denunciando el régimen y pidiendo libertad para los presos políticos. Pero violencia no vi ni hubo ninguna. Dos personas se lanzaron al terreno. Uno fue El Sexto con un cartel pidiendo libertad para los presos políticos del 11/7 y el otro con una pancarta y una gorra de Plantados, en clara alusión a la película del director de cine Lilo Vilaplana. ¿Es eso violencia? ¿Es eso odio? Al menos yo no lo creo así.
Querer que gane el equipo de EU no es odio, es un legítimo sentimiento aunque el que lo desea haya nacido en Cuba. Más cuando en el caso de Cuba, representar una Nación puede dar la idea, por la politización que instrumentó desde el principio de la revolución el castrismo, que esos atletas representan un régimen. La imagen de los deportistas entregando sus medallas al tirano a su regreso a Cuba está aún fresca en la mente de muchos, al menos en la mía lo está. Esos mismos atletas que lo dieron todo y hoy andan por la Isla olvidados y sufriendo mil penurias. Porque no nos engañemos, esa era la naturaleza de Fidel Castro, usarte, exprimirte y desecharte. La lista es larga.
De la misma manera que considero que es una colosal metedura de pata creer que todo el que apoya al equipo Cuba, apoya la dictadura.
Si abuchear, silbar, gritar en un estadio de pelota es violencia, es odio, entonces en el estadio Latino Americano se ejerció y se ejerce la violencia y el odio contra los equipos que se enfrentaron a Industriales miles de veces. Lo mismo sucede en todos los estadios del mundo.
Yo no ataco a ningún pelotero. Al fin de cuentas aún sin saberlo ellos son más víctimas que yo. Yo hace muchos años soy libre. Ellos al igual que muchos compatriotas aún tienen el yugo del miedo que la dictadura impone a todo el que vive o tiene familia cercana viviendo allí. Lo escribo por experiencia propia. A mi me costó trabajo soltar las cabuyas.
Sí, yo odio. Pero no odio a Cuba ni te odio a ti. Odio a Raúl Castro, a Machado Ventura, Díaz-Canel, Ramiro Valdés y toda esa camarilla de hijos de la gran puta que no dejan a los cubanos progresar, han destruido una nación y le echan la culpa a un país vecino.
Sí, yo odio. Lo confieso. Pero no te odio a ti que me lees. Ni a ti que vives en Cuba y sueñas con que tu hijo llegue a ser un atleta, un doctor, un ingeniero un científico. Solo te pido que sueñes también con que lo sea sin la necesidad de ser un instrumento de una ideología. Sin ser un esclavo con un grillete en el cerebro en vez de en el tobillo.
Entonces deberíamos no olvidar y preguntar. ¿Y quien enseñó a odiar al cubano? Porque no se tú que me lees pero yo sufrí el odio a pesar de haber vivido solo doce años bajo la revolución y siendo un niño. ¿Porqué me odiaban? Me odiaban porque me iba del país. Porque mi familia jamás fue castrista. No es el momento, pero un día escribiré sobre eso. Escribiré por ejemplo sobre Ada Herrera, la directora de la Secundaria de Manguito y su actitud hacia mi y hacia mi padre el día que fuimos a pedir la baja de la escuela porque me había llegado la salida. ¿Te acuerdas Ada? Tú toda vestida de verde olivo en la oficina de la dirección. Ojalá alguien te pueda leer este párrafo.
¿Y los gritos de paredón? ¿Y los fusilados solo por pensar diferente? ¿Y los actos de repudio? ¿Y los gritos de escoria? ¿Y los golpes a los que se iban por el Mariel o en balsa?
Que yo sepa esos, los despreciados, los reprochados, no odian, todos eso son los que hoy ayudan incondicionalmente y mantienen a sus familiares el la Isla.
¿Y tú hablando de odio?
¡No me jodan!
Tomado de Miguel Grillo Morales en Facebook
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