El espejismo de las inversiones inmobiliarias en Cuba

Un anuncio, publicado en Instagram por el usuario «Vedado y Más», ofrece una propiedad en un edificio de los años 50, ubicado en la codiciada intersección de Línea y Paseo, con todas las características que pudieran atraer a un potencial inversionista: sala-comedor, balcón, dos habitaciones, garaje y hasta habitación de servicio. El precio: 45,000 dólares.

Sin embargo, detrás de esta aparente oportunidad se esconde la cruda realidad de invertir en un país donde el concepto de propiedad privada es tan frágil como la legitimidad del régimen que lo gobierna. Su historia reciente está plagada de confiscaciones arbitrarias y cambios de regulaciones que han dejado a miles de propietarios sin sus bienes de la noche a la mañana.

El régimen castrista ha creado un mercado inmobiliario artificial que opera en dólares mientras mantiene a su población cautiva en una economía en pesos que apenas permite la supervivencia.

Con salarios estatales que promedian los 30 dólares mensuales, este mercado está diseñado exclusivamente para atraer capital extranjero, y de paso perpetuar el sistema de apartheid económico que margina a la mayoría de los cubanos.

Los riesgos para los inversionistas son múltiples y significativos: En primer lugar, la ausencia total de seguridad jurídica: el régimen puede modificar las reglas del juego en cualquier momento. No existe un estado de derecho que proteja al propietario frente a los caprichos del regímen.

La inestabilidad económica que atraviesa la isla añade otra capa de riesgo. Con una inflación que superó el 450% en 2023, según economistas independientes, el poder adquisitivo se erosiona diariamente.

Para los cubanos residentes en el exterior, la situación es aún mas incierta. El régimen mantiene políticas discriminatorias que pueden resultar en la pérdida de la propiedad si el dueño permanece fuera del país por determinados períodos de tiempo. Además, la burocracia y la corrupción endémica del sistema de gobierno convierten cada trámite en un viacrucis donde los «pagos extras» no oficiales son la norma.

La realidad es que invertir en propiedades en Cuba bajo el actual régimen equivale a jugar a la ruleta rusa con tu capital. El sistema está diseñado para atraer inversiones desesperadas mientras mantiene todo el poder en manos del Estado.

Los ejemplos históricos son claros: desde las confiscaciones masivas de los años 60 hasta las más recientes regulaciones restrictivas, el régimen ha demostrado repetidamente que los derechos de propiedad están subordinados a sus intereses políticos.

A los inversionistas la sugerencia es clara: Mucho cuidado con los cantos de sirenas habaneras, el espejismo de una propiedad barata en El Vedado puede convertirse rápidamente en una pesadilla legal y financiera.

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