Dice un famoso dicho que “todo el mundo es comunista hasta que se enriquece”. En el caso de Fidel Castro fue al revés. Antes de convertirse en el líder más longevo de Cuba tras tumbar el régimen del dictador Fulgencio Batista en una revolución que culminó favorablemente para los comunistas en el año 1959.
Nació en el seno de una familia humilde en 1926, quienes descendían de españoles que habían emigrado a la isla. El 6 de noviembre de 1940, con tan solo 14 años, escribió una carta nada más y nada menos que al trigesimosegundo presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt. Por algún motivo que se desconoce, el futuro revolucionario decía tener 12 años y le daba la enhorabuena al norteamericano por su reelección como presidente de la primera potencia mundial.
“Fidel era como cualquier otro adolescente de su edad, seguía las modas y tendencias que sus ídolos norteamericanos iban marcando y sentía fascinación por el modelo de sueño americano y, sobre todo, los dólares”, escribe Alfred López, autor de Eso no estaba en mi libro de Historia de la política (Almuzara).
Aparte de dirigirse de forma desenfada y simpática, con un inglés regular, también le pedía al máximo responsable estadounidense un billete de 10 dólares pues jamás había visto uno. Asimismo, se ofrecía como voluntario para enseñarle a Roosevelt una mina de donde podrían extraer hierro para construir sus barcos.
Tal y como como explica López en su libro, “no hay noticias de que recibiera billete alguno o contestación” pero añade que “de sobra es conocido que el proceder de los mandatarios de la Casa Blanca ha sido el de contestar la mayor parte de las cartas que han recibido, sobre todo las remitidas por niños”. Actualmente la carta se encuentra expuesta en la Biblioteca Presidencial del Archivo Nacional de los Estados Unidos.
Luna de miel en Nueva York
Aquella fascinación por los Estados Unidos no desapareció con su adolescencia. En 1948, tras contraer matrimonio con Mirta Díaz-Balart, viajaron a Nueva York a celebrar su luna de miel. Allí, entre los rascacielos y la vida cosmopolita de la ciudad que nunca duerme, barajó matricularse y finalizar sus estudios de Derecho en Harvard -en aquel momento estudiaba en Cuba Derecho, Derecho Diplomático y Ciencias Sociales-.
Durante un tiempo residieron en Manhattan, donde Fidel frecuentaba librerías de su vecindario y conducía un Lincoln Continental que había adquirido. Aquella paz matrimonial volvió a la realidad agónica cuando Fulgencio Batista, apoyado por los estadounidenses, derrocó el sistema democrático de la isla. Fue entonces cuando Fidel Castro se sintió traicionado por parte del país capitalista en el que vivía.
A partir de entonces las tendencias izquierdistas de Castro se radicalizaron hasta abrazar el comunismo y convertirse en uno de los iconos revolucionarios más importantes de la contemporaneidad. “Castro, que dos décadas atrás había pedido un billete de 10 dólares al presidente de los Estados Unidos, perseguía a cualquier compatriota que tuviese en su poder algún billete de la divisa norteamericana”, escribe Alfred López.
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