El Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, reafirmó su postura inflexible contra el régimen cubano en una contundente declaración que marca la línea más dura de la diplomacia estadounidense hacia la isla en años recientes.
«No tengo ninguna intención de ir a La Habana con este régimen establecido, salvo para discutir cuándo se van a ir», declaró Rubio en una entrevista con Fox News, estableciendo claramente los términos bajo los cuales consideraría un encuentro con las autoridades cubanas.
El primer Secretario de Estado cubanoamericano de la historia calificó al gobierno de la isla como «un desastre» que «ha destruido el país», subrayando su carácter «hostil a Estados Unidos». Sus declaraciones llegan tras la renovación de la Lista de Restricciones sobre Cuba, que prohíbe transacciones con empresas vinculadas al aparato represivo del régimen.
La respuesta del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla no se hizo esperar. A través de su cuenta en X, intentó minimizar las declaraciones de Rubio sugiriendo que «se quedará con las ganas» de visitar la isla, una respuesta que evidencia la tensión diplomática entre ambos países.
Durante una conferencia de prensa en Costa Rica, Rubio elevó el tono de sus críticas, catalogando a los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela como «enemigos de la humanidad», responsabilizándolos directamente por la crisis migratoria regional.
El Secretario de Estado ha sido particularmente enfático sobre la necesidad de que el régimen cubano «ponga fin a su apoyo al terrorismo», criticando duramente cómo La Habana proporciona recursos a «asesinos, fabricantes de bombas y secuestradores extranjeros, mientras los cubanos pasan hambre y carecen de acceso a medicamentos básicos».
La postura de Rubio refleja no solo la política oficial de Washington, sino también su experiencia personal como hijo de inmigrantes cubanos que llegaron a Estados Unidos en 1956. Durante su juramentación, recordó emotivamente a sus padres, señalando que «el propósito de su vida fue que nosotros pudiéramos vivir los sueños que no fueron posibles para ellos».
En su análisis sobre la situación actual de Cuba, Rubio ha sido particularmente incisivo: «Cuba se está derrumbando literalmente, tanto a nivel generacional, en términos de todos los jóvenes que se van, pero también se está derrumbando económicamente. Ahora viven con apagones continuos de 20 y 21 horas, algunos días más. Porque el marxismo no funciona. Porque son corruptos y porque son ineptos».
Estas declaraciones marcan un punto de inflexión en la política exterior estadounidense hacia Cuba, señalando un retorno a la línea dura que caracterizó las relaciones bilaterales durante décadas, ahora liderada por un Secretario de Estado que comprende profundamente la realidad cubana desde su propia historia familiar.
La postura firme de Rubio representa un desafío directo al régimen cubano y sugiere que las relaciones entre ambos países continuarán en un punto de tensión mientras La Habana mantenga su actual sistema político y sus alianzas con actores considerados hostiles por Washington.
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