Caso Damir: otra victoria de la sociedad civil cubana

LA HABANA, Cuba. – Después de meses de lucha y desvelos, el niño cubano Geobel Damir Ortiz Ramírez pudo ser trasladado al Hospital Nicklaus Children’s, en Estados Unidos, con el fin de recibir tratamiento para la neurofibromatosis tipo I que padece, a la cual se suma ahora una leucemia avanzada que le diagnosticaron en Cuba hace poco más de una semana. El esfuerzo de la comunidad cubana en el exterior, que se movilizó para apoyar el reclamo de la madre de Damir, y la campaña promovida por activistas dentro de la Isla, no solo hicieron posible que una nueva oportunidad para el niño se materializara; también se convirtieron en un mecanismo eficaz para desvelar las carencias materiales, humanas y éticas que corroen al sistema cubano de salud. 

No es la primera vez que un niño con una enfermedad rara queda a merced de instituciones que solo pueden ofrecer paliativos bajo el pretexto de que es un caso entre miles y el país no dispone de recursos para atenderlo por culpa del “bloqueo” estadounidense. Esa es la respuesta que reciben los padres desesperados, a quienes, en muchas ocasiones, ni siquiera se les informa en detalle sobre el mal que padecen sus hijos y hasta dónde puede llegar la medicina cubana en su curación. La propaganda que por décadas ha funcionado como fachada humanitaria para una dictadura que pone su propia supervivencia por encima del bienestar de sus ciudadanos, es respaldada por el silencio, la ambigüedad y la complicidad de médicos que ocultan información u ofrecen diagnósticos a medias por tal de no reconocer que la “potencia médica” no puede disputarles esos pacientes infantiles a la muerte, en un país donde mucho se habla del cuidado a la niñez, de la elevada calidad de los servicios de salud y de la existencia de equipos e insumos de alta tecnología para diagnosticar y tratar.

El caso de Damir y otros han demostrado que nada hay más lejos de la realidad. Todos están conectados por varios denominadores comunes: la insuficiencia de un sistema de salud ―desactualizado y plegado a directrices ideológicas por encima de toda vocación humanista―, la  criminal negativa por parte de los médicos a redactar resúmenes donde se explique la condición del paciente y el tratamiento recibido en Cuba, así como el reconocimiento explícito de que su enfermedad no es tratable en ninguna institución médica dentro de la Isla, y una tensa carrera contrarreloj que parte de un llamado de auxilio en redes sociales, pasa por la movilización en tiempo récord de activistas y cubanos comprometidos a gestionar un hospital dispuesto a atender al paciente, recaudar fondos y tramitar su traslado, todo ello sin que los familiares del menor dejen de recibir respuestas esquivas y aplazamientos por parte de los médicos, y presión a manos de la Seguridad del Estado.

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