
La reciente aparición de una valla publicitaria en plena autopista del Palmetto, donde se acusa de «traidores» a Marco Rubio y a los congresistas republicanos María Elvira Salazar, Carlos Giménez y Mario Díaz-Balart es parte de una campaña emprendida por el Caucus Hispano Demócrata de Miami-Dade. Esta agrupación política, con evidente inclinación de izquierda, ha lanzado una ofensiva mediática difamatoria, disfrazada de activismo a favor de los inmigrantes.
El mensaje en la valla: “Traidores: a los inmigrantes, a Miami-Dade, al sueño americano», responsabiliza a estos políticos republicanos de no haber defendido los derechos de los inmigrantes a riesgo de deportación, acusándolos además de apoyar las políticas migratorias del presidente Donald J Trump. La campaña carece de contexto, precisión pero sobre todo de un agradecimiento necesario a la trayectoria política de estos congresistas, que han beneficiado, durante décadas, a exiliados e inmigrantes hispanos.
Abel S. Delgado, presidente del Caucus, fue tajante al presentar la campaña: «El silencio de estos políticos ha sido cómplice del sufrimiento de nuestras familias», dijo, ignorando el trabajo legislativo de quienes han defendido programas humanitarios, TPS, ayudas federales y un firme rechazo al castrismo desde los pasillos del Congreso.
El Caucus acusa a Rubio, Salazar y los demás de «traicionar a quienes esperaban defensa contra la criminalización de los migrantes», mientras omite que fueron precisamente estos políticos quienes encabezaron iniciativas de asilo y protección para los mismos grupos que los demócratas dicen defender.
Una de las críticas más insistentes del Caucus se dirige a la congresista María Elvira Salazar, a quien acusan de vincular a los migrantes venezolanos con el grupo criminal Tren de Aragua. Esta narrativa reduce las legítimas preocupaciones de los estadounidenses por la seguridad fronteriza a la xenofobia, empañando así la realidad migratoria actual y el verdadero papel que han jugado estos políticos como legisladores de políticas favorables a los inmigrantes.
María Corina Vegas, integrante del grupo, aseguró que la extensión del TPS no debe atribuirse a ningún político, sino a la acción de abogados y del sistema judicial federal, minimizando los esfuerzos legislativos que muchos republicanos han realizado por años para asegurar protecciones a los inmigrantes. Tal como ocurre con otras campañas de desprestigio, la narrativa está diseñada para desacreditar, no para solucionar.
No se han presentado evidencias concretas que respalden las acusaciones que aparecen en la valla. Lo más alarmante es que esta campaña busca movilizar al electorado hispano en Miami-Dade, un condado donde el apoyo al Partido Republicano ha crecido significativamente en los últimos años, y donde el exilio cubano ha tenido históricamente un peso determinante.
Una vez más el Partido Demócrata nos muestra su verdadera cara, utilizando métodos propios de regímenes comunistas como la humillación, el escarnio público y la deshumanización de sus oponentes. Estos políticos también son personas naturales, también tienen familia, tienen hijos, y una reputación profesional que defender de un linchamiento público como este.
La libertad de expresión es un derecho fundamental, pero no es una licencia para difamar. Acusar de traidores a líderes que han defendido los derechos de los hispanos por décadas, que han contribuido a mantener la presión internacional sobre las dictaduras comunistas de la región, que han presentado proyectos de ley, gestionado ayudas, permisos migratorios y recursos para nuestra comunidad hispana, no solo es una falta de respeto, sino un acto de soberana mezquindad.
Ahora me pregunto: ¿A quién beneficia realmente este linchamiento público de los congresistas hispanos? Desde luego, no a los inmigrantes venezolanos, nicaragüenses, cubanos o haitianos. Los únicos beneficiarios son los verdaderos enemigos de la libertad, los verdaderos traidores a sus pueblos: los regímenes comunistas de Latinoamérica, dirigidos desde La Habana. Cada vez que se deslegitima a una voz anticomunista, cada vez que se fractura el frente Republicano, La Habana gana. El Caucus Hispano Demócrata del Condado Miami-Dade ha revelado su adinidad con las peores tradiciones comunistas: atacar al adversario a través de su imagen pública y no a través del debate político.
La comunidad cubanoamericana no debe caer en esta trampa. Los verdaderos traidores no son quienes, con aciertos y/o desaciertos, han representado nuestras causas en EE.UU. Los verdaderos traidores son los que, con arrogancia y ceguera ideológica, capitalizan en la destrucción física y moral de sus oponentes, en la distorsión de la verdad, y en la corrupción sistemática de la fibra moral que sostiene la sociedad que habita. Que no se equivoquen los demócratas, Miami no es La Habana, y aquí todavía sabemos distinguir entre libertad de expresión y difamación.
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