
Durante 40 años, Radio Martí ha sido un faro de verdad y libertad para el pueblo cubano —un legado perdurable del presidente Ronald Reagan, inspirado por Jorge Mas Canosa, líder de la Fundación Nacional Cubano Americana, para crear una plataforma similar a la Voz de América dedicada a Cuba. Aclamada como un «milagro de la radiodifusión» cuando se lanzó en 1985, Radio Martí rompió el férreo control informativo del régimen cubano y encendió el movimiento prodemocracia. Su impacto duradero ejemplifica el poder blando (soft power) estadounidense —no mediante la fuerza, sino a través de la influencia transformadora de noticias e información fiables.
Radio Martí ha sido un salvavidas para los cubanos, rompiendo el monopolio informativo del régimen y alimentando el movimiento prodemocracia. Como me dijo José Daniel Ferrer, tres veces preso de conciencia y presidente del Consejo para la Transición Democrática en Cuba, en una entrevista telefónica el 19 de marzo: «No seríamos lo que somos hoy como movimiento opositor sin Radio Martí».
Lo que hace única a Radio Martí no es solo su presencia digital, sino su accesibilidad incomparable a través de métodos tradicionales de transmisión. Según lo confirmado desde dentro de Cuba por el periodista Reinaldo Escobar, a pesar de la interferencia del gobierno cubano, Radio Martí llega tanto a las principales ciudades como a pequeños pueblos de toda Cuba, incluidas zonas remotas como Taguayabón —una aldea rural de unos 3,000 habitantes en la provincia de Villa Clara— utilizando radio de onda media y corta. Esto es crucial porque depender únicamente de plataformas digitales excluiría a una cantidad significativa de cubanos, que no pueden costear el internet caro y poco fiable disponible en la isla. La emisora sirve como un puente vital entre comunidades, rompiendo el aislamiento que enfrentan muchos cubanos y conectándolos con información de todo el país.
Radio Martí no es simplemente un medio de noticias; está profundamente arraigado en la cultura cubana, moldeando la conciencia pública sobre eventos clave tanto nacionales como globales. Como alguien nacido y criado en Cuba, puedo dar fe de su impacto transformador: me introdujo al concepto de los derechos humanos y dio forma a mi compromiso como activista.
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