Cuba cerró 2024 con apenas 2,2 millones de turistas internacionales, una cifra que no solo representa una caída del 9,6% respecto al año anterior, sino que marca el peor resultado en 17 años, excluyendo el período de la pandemia. El dato, revelado por la Oficina Nacional de Información y Estadística, evidencia el profundo declive de un sector que durante años fue el motor económico de la isla.
La realidad es especialmente dolorosa cuando se compara con las expectativas iniciales del gobierno cubano. El objetivo de 3,2 millones de visitantes, posteriormente ajustado a 2,7 millones, quedó muy lejos de materializarse. Este fracaso adquiere dimensiones más dramáticas al contrastar con el éxito de destinos vecinos como Punta Cana y Cancún, que celebran récords históricos de visitantes en la era post-pandemia.
El análisis por mercados emisores revela grietas más profundas. Canadá mantiene su liderazgo tradicional con 860.877 visitantes, seguido por Rusia con 185.816 y Estados Unidos con 142.450. Sin embargo, la tendencia general es descendente. Solamente Rusia y México mostraron tímidos incrementos, mientras mercados tradicionalmente sólidos como España experimentaron caídas dramáticas del 27,1%. Particularmente significativo resulta el desplome del 17,8% en las visitas de cubanos residentes en el exterior.
La crisis del turismo cubano no puede entenderse como un fenómeno aislado. Se entrelaza con una compleja red de factores que incluyen una grave crisis económica y energética, y el impacto de las sanciones estadounidenses. La política de Washington de negar visados ESTA rápidos a quienes hayan visitado Cuba en la última década actúa como un poderoso disuasor para viajeros internacionales.
Este declive turístico golpea directamente al corazón de la economía cubana. Históricamente, el sector ha sido la segunda fuente de divisas del país, solo superada por los servicios profesionales y las remesas. Las cifras actuales representan un dramático retroceso desde los días dorados de 2018 y 2019, cuando la isla recibía más de 4 millones de visitantes anuales.
La situación actual dibuja un contraste brutal con el panorama global del turismo. Mientras la Organización Mundial del Turismo celebra la recuperación del sector a nivel mundial, con 1.400 millones de llegadas internacionales en 2024, igualando las cifras pre-pandemia, Cuba parece atrapada en una espiral descendente que la devuelve a niveles no vistos desde 2007.
Este declive turístico no solo representa una crisis económica, sino que cuestiona la viabilidad del modelo actual de gestión turística estatal en Cuba. Mientras destinos similares en el Caribe modernizaron sus infraestructuras y diversificaron su oferta tras la pandemia, Cuba parece anclada en un modelo que ya no responde a las expectativas del turismo internacional contemporáneo.
La llegada del crucero Ambition de Ambassador Cruise Line al puerto de La Habana aparece como un destello de esperanza en este panorama sombrío, pero la realidad es que el sector necesita mucho más que eventos puntuales para recuperar su antiguo esplendor. La pregunta que flota en el ambiente es si el gobierno cubano será capaz de implementar las reformas necesarias para revertir esta tendencia, en un momento en que el turismo se perfila como más crucial que nunca para la supervivencia económica de la isla.
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