
En menos de cinco años, Rusia ha pasado de reanudar sus becas a jóvenes estudiantes cubanos, a establecer una filial de su Universidad Federal del Sur (UFS) en La Habana, y con ella, sus programas de educación completamente en ruso, desde el nivel preuniversitario hasta el doctorado. El «intercambio» ha contado con la colaboración activa del régimen a través de la Universidad de la Habana y el Ministerio de Educación.
A mediados de 2023, el presidente de la Comisión de Ciencia y Educación Superior de la Duma Rusa, Sergey Kabyshev, anunció un aumento en la cuota de ingreso a las universidades rusas para estudiantes cubanos. El anuncio se realizó durante una reunión con Gustavo Cobreiro Suárez, exrector de la Universidad de La Habana y actual consejero de Educación de la embajada cubana en Moscú.
Según datos oficiales, más de 318 estudiantes cubanos se encontraban en Rusia en el curso académico 2022-2023. La mayoría cursaba carreras en ingeniería, informática y energía, áreas alineadas con los sectores estratégicos rusos.
En el 2004, el Observatorio de Libertad Académica (OLA) calificó estos convenios como parte de una agenda geopolítica de «revalidación de la polarización internacional», promovida por el gobierno de Vladímir Putin. De acuerdo al reporte, Rusia busca exportar un nuevo modelo educativo orientado a la autosuficiencia ideológica y desvinculado de estándares internacionales.
Por otro lado las condiciones denunciadas por los propios estudiantes revelaron la verdaders naturaleza de este «intercambio». Reportes independientes han documentado hacinamiento, imposibilidad de trabajar legalmente, vigilancia estrecha por parte de las embajadas y policía política, presiones psicológicas y charlas ideológicas. La tasa de deserción no miente: de 12 becados en 2022, solo dos concluyeron sus estudios y uno regresó a Cuba. Las historias de abandono universitario, estatus migratorio incierto y frustración profesional son cada vez más comunes entre quienes formaban parte de este programa «solidario».
Frente a estas evidencias, el OLA ha advertido que los estudiantes cubanos no solo están siendo utilizados como instrumentos propagandísticos, sino también como parte de un ensayo regional de dominación blanda, donde la educación funciona como canal de penetración ideológica y subordinación política.
La culminación de esta ofensiva llegó en febrero de 2025, con la inauguración de la primera sede extranjera de la Universidad Federal del Sur en La Habana. El acto fue presidido por el viceprimer ministro ruso Dmitry Chernyshenko y altos funcionarios del régimen cubano, incluyendo a la rectora de la Universidad de La Habana, Miriam Nicado, quien recibió el título de Doctora Honoris Causa por parte de la UFS.
La nueva universidad rusa no tendrá carácter público ni estará integrada al sistema nacional cubano. Operará bajo un acuerdo de usufructo gratuito con autonomía académica y currículos definidos en Rusia. Los cursos se impartirán exclusivamente en idioma ruso, con contenidos preuniversitarios, universitarios y de posgrado en áreas clave como ciencias naturales, ingeniería y humanidades.
El OLA ha denunciado que esta institución funcionará como «punta de lanza» de una red de adoctrinamiento que limita el acceso de los estudiantes cubanos a circuitos académicos internacionales y los subordina a una narrativa geopolítica ajena a los intereses de la nación. Esta filial es parte de un ambicioso plan del Kremlin para establecer hasta 40 campus universitarios fuera de sus fronteras, en países con gobiernos aliados o dependientes.
Cuba ha sido escogida como territorio de prueba, no solo por razones históricas, sino por el terreno fértil que ofrece su sistema centralizado, su estructura unipartidista y la necesidad urgente del régimen de apuntalar aliados en tiempos de aislamiento internacional.
La universidad rusa en La Habana no es, por tanto, un gesto amistoso ni una colaboración académica desinteresada. Cuba vuelve a ser satélite, esta vez de la Rusia de Putin, y de nuevo los cubanos aprenderán «Idioma Ruso por Radio». Una vez más, la soberanía del pensamiento y la educación de los cubanos estarán a merced de una potencia extranjera.
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