La voz cautiva de Maria Cristina Garrido

Pocas historias de oposición al castrismo representan con tanta claridad el costo personal de enfrentar al régimen como la historia de María Cristina Garrido. Encarcelada junto a su hermana desde 2021 tras participar en las históricas protestas del 11J, esta poeta, madre y activista se ha convertido en un símbolo internacional de la resistencia al castrismo.

María Cristina Garrido nació en 1982 en una familia modesta de Quivicán, provincia de Mayabeque. Desde temprana edad manifestó su vocación literaria y su espíritu inconforme con las limitaciones impuestas por el régimen. «Ella nació poeta y libre», afirman quienes la conocen, rechazando desde muy joven la censura del regímen castrista.

Sus primeros poemas, de circulación limitada entre amigos y en pequeños círculos literarios independientes, ya mostraban una voz crítica al oficialismo. Con el tiempo, su obra cristalizaría en los poemarios «Examen de tiempo» (Ilíada Ediciones, 2022) y porsteriormente «Voz cautiva» (Ediciones Deslinde, 2023), ambos publicados mientras cumple su injusta condena.

En uno de sus poemas incluido en «Examen de tiempo», escribió: «Esta vida tiene una pena tatuada de misterio y sombra. / No quiero ser mañana, / pues en nombre de mañana / se hacen las cosas no divinas, / las más inciertas…». Y en otra estremecedora composición titulada «El cementerio de los vivos», declaraba: «Estoy escribiendo este gemido ahora mismo / en una madrugada de presos y oprobios / donde las puertas suenan a llanto y olvido. / No puedo dormir…».

Su compromiso político la llevó más allá de la escritura. María Cristina se integró al Partido Republicano de Cuba y fue una de las gestoras de la Fundación Vuelta Abajo por Cuba y de la Federación Latina de Mujeres Rurales (FLAMUR), organizaciones independientes que trabajan por los derechos de los cubanos en Cuba. Esto la puso en la mira de las autoridades, pero aún así, continuó documentando en redes sociales las carencias cotidianas y abogando por un cambio  político en el país. Al momento de las protestas 11J, María Cristina ya era una voz reconocida dentro y fuera de Cuba. El 12 de julio, apenas un día después de las protestas, agentes de la Seguridad del Estado irrumpieron en su domicilio y las detuvieron violentamente. Según testigos, no se presentó orden judicial alguna. Desde ese momento, comenzó un calvario que aún continúa para María Cristina.

En una carta que logró sacar clandestinamente de prisión, ella misma describe el significado de aquellas protestas: «El 11 de julio demostramos valentía, decisión, ruptura con el silencio de los años: demostramos unanimidad y pluralismo, pues a la calle salieron jóvenes, adultos, ancianos, universitarios y campesinos, amas de casa y trabajadores. También dirigentes y hasta cuadros del partido para dar el sí a favor del derrocamiento de la dictadura y por una Cuba próspera y democrática».

La justicia castrista

El proceso judicial contra María Cristina exhibió todas las irregularidades que desde el exterior se han denunciado  durante décadas. Tras varios meses de prisión preventiva, en marzo de 2022 fue sometida a un juicio sumario donde un tribunal que ella misma define como «marioneta de la policía política» la condenó a siete años de prisión por los cargos fabricados de «desórdenes públicos», «atentado» y «resistencia».

Su defensor tuvo acceso limitado al expediente y apenas horas para preparar su alegato. Como es habitual en los procesos contra opositores, la sentencia parecía dictada antes del juicio. Su hermana Angélica, también condenada, fue excarcelada meses después tras una intensa campaña internacional. María Cristina, sin embargo, permanece recluida en la prisión de mujeres del Guatao, en el municipio La Lisa, provincia de La Habana.

Presidio político 

«Las rejas opresoras no fueron suficientes para que ella callase la verdad que se hacía ola popular», afirman quienes conocen su historia. Efectivamente, María Cristina ha convertido su encierro en un espacio de resistencia y testimonio.

Su denuncia sobre las condiciones carcelarias y la injusticia de su caso le ha costado numerosas celdas de castigo y brutales palizas. Una crueldad particularmente dolorosa para quien en su poema «Primogénita», dedicado a su hija Jennifer Reyes Garrido, había escrito:

«Ella es la muralla que no soy. / Llegó al mundo ordenando las desventuras familiares / con el gesto de sus ojos melcochas…». Y continuaba: «Cuando nacieron sus hermanos gemelos Ángel y Sofía, / creí sentirla otra vez halándome la matriz callosa / de la entraña…».

A pesar de la dureza de su encierro, María Cristina, logró componer verso a verso su segundo y contundente poemario: «Voz Cautiva». En este libro, cada composición lleva por título el día de encierro en que fue concebida y volcada a cualquier trozo de papel disponible que manos amigas o piadosas le hicieron llegar junto, tal vez, con un simple «mocho» de lápiz.

«Sobre la cama muerta / muere el derecho no saciado / muere la fiebre que me hizo feliz… Aún hay camas de la muerte / con una sepia de alma acostada / y una vieja sombra de costras…», expresa en el poema correspondiente al día 349 de encierro.

Angélica Garrido: la voz en el exterior

Mientras María Cristina resiste desde una celda, su hermana Angélica ha asumido la misión de visibilizar internacionalmente no solo el caso particular de María Cristina, sino la situación general de los presos políticos en Cuba. Desde su exilio forzoso, Angélica ha participado en foros internacionales, encuentros sobre derechos humanos y campañas de denuncia en Europa y América Latina.

«Mi hermana está presa por soñar en voz alta», resume Angélica. «Y por mucho que intenten silenciarla, su voz sigue resonando en cada letra que escribe, en cada persona que conoce su historia».

Su labor ha contribuido a que organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y Prisoners Defenders incluyan el caso de María Cristina en sus informes sobre represión en Cuba. Según datos de estas organizaciones, actualmente hay más de 1,000 presos políticos en la isla, cifra que el gobierno cubano refuta sistemáticamente.

María Cristina y Angélica Garrido son apenas dos nombres en la extensa lista de cubanos que han pagado con su libertad el ejercicio de sus derechos. Sin embargo, su historia es especialmente representativa: la represión posterior al 11J, el papel de las mujeres en la disidencia, la resistencia cultural al castrismo, y la continuidad de la lucha desde el presidio político y más allá de las rejas.

En su celda de la prisión del Guatao, María Cristina sigue escribiendo, pensando en sus hijos, y soñando con una Cuba diferente. No obstante, como ella misma señala en sus versos desde prisión, esta situación no es eterna: «No importa, ellos, los verdugos del pueblo cubano, como toda epidemia pasarán. Sin embargo, el canto de María Cristina permanecerá».

Acerca de Abel Santiago 20 Articles
Community Manager. Se inició en el mundo editorial en 1994. Posteriormente se adentró en el mundo digital desarrollando numerosas plataformas y campañas en línea, y colaborando en la creación y edición de contenido editorial y promocional. Apasionado de José Martí y de la verdad.

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