
Carlos Lehder, fundador del Cartel de Medellín y uno de los narcotraficantes más emblemáticos del siglo XX, ha confirmado públicamente que el régimen cubano, encabezado por Fidel y Raúl Castro, colaboró activamente en el envío masivo de cocaína hacia Estados Unidos, facilitando rutas de tránsito y ofreciendo respaldo estatal a las operaciones del cartel.
Lehder no es un testigo cualquiera. Su trayectoria lo coloca en el núcleo de la expansión internacional del narcotráfico durante los años 80. Nacido en Colombia en 1949 y de madre alemana, fue uno de los primeros grandes capos en fusionar el contrabando aéreo con una visión política radical. A diferencia de otros miembros del cartel, Lehder se autodefinía como revolucionario y abiertamente comunista. Admirador de Fidel Castro y defensor del antimperialismo, fundó el “Movimiento Latino Nacional” como plataforma ideológica para justificar su cruzada criminal contra Estados Unidos.
Lehder no sólo traficó toneladas de droga; también pretendía construir un orden político. Desde su fortaleza en la isla de Norman’s Cay en las Bahamas, coordinó con Pablo Escobar la logística del tráfico internacional de cocaína, estableciendo corredores seguros desde Colombia hasta Miami. Según ha confesado en múltiples ocasiones, su afinidad con el comunismo fue una de las razones por las cuales buscó colaboración directa con Cuba.
En entrevistas recientes con Martí Noticias, Lehder aseguró haber sido “invitado” por la dictadura cubana a establecer una ruta de narcotráfico desde la Isla hacia Estados Unidos. Detalló que viajó a Cuba por iniciativa del coronel Antonio de la Guardia, fue recibido con todos los privilegios por funcionarios del régimen, y sostuvo un encuentro con Raúl Castro para pactar términos de colaboración. A cambio, ofreció dinero en efectivo y donó un avión a la cúpula militar cubana. Los vuelos con cargamentos de cocaína comenzaron a operar desde aeropuertos controlados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Aunque más adelante se desvinculó de las operaciones, Lehder asegura que Pablo Escobar y Gustavo Gaviria continuaron la relación con el régimen cubano, enviando cientos de toneladas de droga con pleno conocimiento y respaldo del gobierno.
Su testimonio ha sido corroborado por el exoficial de inteligencia cubana Enrique García, quien desertó en 1989 y afirmó que ningún operativo podía desarrollarse en la Isla sin la autorización directa de Fidel Castro. La posterior ejecución del general Arnaldo Ochoa y de otros altos oficiales en la llamada “Causa 1 de 1989” fue, según García, un montaje del régimen para deshacerse de testigos y encubrir su implicación directa en el narcotráfico internacional.
El Departamento de Estado de Estados Unidos ha validado estas denuncias como parte de un patrón histórico. “No es un secreto que el régimen comunista y corrupto de Cuba tiene vínculos de larga data con los narcotraficantes”, expresó la Cancillería estadounidense en declaraciones a la prensa.
Carlos Lehder cumplió más de 33 años de prisión en Estados Unidos antes de ser liberado y trasladado a Alemania, país del que posee ciudadanía. Hoy reside en Colombia, donde continúa denunciando la complicidad criminal del castrismo, al que en el pasado defendió ideológicamente.
El valor de sus declaraciones radica precisamente en su doble condición: actor central del narcotráfico hemisférico y antiguo simpatizante del régimen cubano. Su testimonio no se basa en rumores ni especulación, sino en hechos que él mismo protagonizó, negoció y ejecutó. En sus palabras, “todo esfuerzo por denunciar a la dictadura castro-comunista es altamente recomendado y merecido”.
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