
El régimen es incapaz de ofrecer respuestas concretas a la crisis que el mismo ha generado, y una vez mas ha optado por el insulto como estrategia de defensa.
En reciente intervención durante el Consejo Político del ALBA-TCP en Venezuela, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla lanzó una serie de ataques verbales contra el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, y otros congresistas cubanoamericanos, acusándolos de ser “ferozmente anticubanos”, “corruptos” y “chantajistas”: legisladores de origen cubano que han dedicado sus carreras a defender la libertad y los derechos humanos.
Rodríguez también afirmó que el Marco Rubio “orquesta la persecución contra los migrantes cubanos” en Estados Unidos. Mientras intenta retratar a los exiliados como víctimas de una supuesta “persecución” estadounidense, olvida convenientemente que son las políticas represivas dentro de la isla las que han forzado a cientos de miles a buscar refugio en el extranjero.
A pesar de su retórica agresiva, Rodríguez intentó matizar su discurso al reiterar la disposición del régimen para el “diálogo bilateral sobre temas migratorios” con Estados Unidos. Sin embargo, esta supuesta voluntad de cooperación contrasta con la actitud del régimen ante la creciente ola de deportaciones desde EE.UU., que ha calificado como actos de “cruel cinismo”.
En su afán por culpar al embargo y a factores externos, el regimen evita asumir su responsabilidad en el colapso económico, la falta de libertades y la represión que han convertido a Cuba en un país de emigrantes.
Organizaciones de derechos humanos han alertado sobre los riesgos que corren estos migrantes al ser retornados a un país donde disentir es motivo de persecución. Pero más allá del discurso oficial, el verdadero temor del régimen ante la deportación masiva es el impacto económico que tendría la reducción de remesas y la reinserción de estos migrantes en una sociedad al borde del colapso.
Bruno Rodríguez puede insultar todo lo que quiera, pero los hechos hablan por sí solos. Cuba no expulsa a su gente porque haya un bloqueo, sino porque el régimen ha convertido a la isla en una prisión donde la única opción para muchos es escapar. El insulto es su único recurso porque la verdad no está de su lado.
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