Desde 2021, más de 146.000 cubanos han solicitado asilo en Estados Unidos, con un récord de 78.000 peticiones solo en 2023, según cifras oficiales del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de EE.UU. (USCIS). Aunque la dictadura intenta minimizar el fenómeno, la realidad es que cada vez más cubanos abandonan el país sin intención de regresar.
Sin embargo, obtener asilo no es un proceso sencillo, y muchos solicitantes desconocen sus requisitos. La ley exige demostrar persecución y un “miedo creíble” de regresar a Cuba, además de superar múltiples entrevistas y finalmente una audiencia en la corte de inmigración. A esto se suman los costos de trámites y honorarios legales. La tasa de aprobación de asilos políticos en EE.UU. es de apenas un 10%.
Para muchos cubanos, especialmente aquellos con la “Orden de Libertad Bajo Palabra” (I-220A), el asilo representa una estrategia para ganar tiempo mientras esperan cambios en la política migratoria. No obstante, hasta el momento, no hay indicios de que quienes no han cometido delitos sean deportados.
El éxodo masivo de cubanos supone un desafío para el régimen, que pierde aceleradamente fuerza laboral y capital humano. Ante la represión y la miseria, la mayoría ha dejado claro que prefiere abandonar la isla antes que seguir “construyendo” eternamente un sistema que solo beneficia a la élite del Partido Comunista.
Las cifras no mienten: el pueblo cubano ha dejado de creer en la revolución. Hoy, su única prioridad es construir su propio futuro, lejos de la opresión castrista.
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