
En numerosas ocasiones he tenido que oír por parte de personas que viven en el mundo libre que Cuba es ni más ni menos como cualquier otro país, pero además maravillosa y cívica. No he podido callarme, y he respondido con la intransigencia de la verdad. Sé que no estamos perfectamente preparados para rehacer un país, porque esa perfección no ha existido jamás. Pero al menos, permitan que los cubanos lo decidan en libertad y democracia. Dejen que Cuba sea un país libre por nuestra diversidad de ideas y no con las impuestas por nadie ajeno a nuestra tragedia. Pediría inclusive que sea hasta un país corriente, sin esos traumas del “faro de Sudamérica”, ni el “más antiimperialista del planeta”… En primer orden porque todos esos epítetos supuestamente gloriosos, muy a lo imperialismo comunista chino, no son ni fueron patrimonio del castrismo. Cuba fue verdaderamente faro de América -desde su economía floreciente y vital- a partir de 1957 en que se colocó entre los tres países mejor desarrollados económicamente en Sudamérica (el término América Latina es, como ya he dicho antes, un invento francés). En cuanto al antiimperialismo del pueblo cubano, creo que siempre lo fue, para su peor desgracia; ese ha sido sin dudas desde la Criollez tras la Conquista uno de sus grandes fallos.
Que Cuba devenga un país normal será posible en la medida en que los cubanos seamos capaces de serlo y de reconstruirnos como seres capacitados para lo normal. El castrismo nos inoculó el complejo de ser el ombligo del mundo, y un miedo injustificado al capitalismo. A ese veneno se han sumado varios países colaboradores del régimen, siendo ellos mismos capitalistas. No pocos europeos lamentan que la isla cambie radicalmente hacia el capitalismo porque entonces se volvería insostenible el entendimiento amo-esclavo, que es lo que al final les interesa que sigamos siendo: esclavos. No advierten que los Castro hundieron a esa isla en la miseria, y la solución que encontraron luego, para sacarla de la miseria, ha sido la de un capitalismo salvaje en el que sólo se beneficien ellos, y para el pueblo: pachanga. Los que así piensan, debieran admitir, que lo que se les acabará a todos será precisamente esa pachanga mal pagada, la cogedera de mangos bajitos, la ‘Grantanamera’ a costa de la libertad de los cubanos (por lo que en esto incluyo a una cierta oposición).
¿Por qué no tendríamos también derecho a un capitalismo normal y justo, con libertades, pluripartidismo y democracia? Es hora de que lideren personas cuerdas, y no descerebrados, una banda de exhibicionistas y bullangueros. Es hora de que los deseos ajenos dejen de ser órdenes para los cubanos de a pie que deban cumplir sin derecho a protesta. Seamos honestos, entre un mundo totalitario y un mundo capitalista, no hay dibujo que lo supere, el segundo ha proporcionado mejores y las más humanas y adecuadas propuestas a la humanidad.
Podríamos sospechar, sin embargo, que en el proceso de liberación y democratización varios compatriotas quedarán al campo, muertos en vida -si me entienden bien-, pero esos serán los que han vivido cegados e inertes, con la fe puesta en el castrismo unos, y otros con la fe puesta en las modas dentro de la oposición, o los que habrán renunciado a la esperanza de otras vías posibles, y a la dignidad que les facilitaría devenir individuos libres.
Raúl Castro tiene noventa años, no está ya en condiciones; pero creó escuela, como su hermano. Para desgracia de Cuba esa escuela castrista es una realidad empotrada en los cerebros, la raulista, en los bolsillos. De esos cerebros habrá que desempotrar el adoctrinamiento que ha durado más de sesenta y dos años y que ellos vaticinan ahora mediante su propaganda que durará sesenta y dos milenios. De sacar la raulista de los bolsillos será más difícil. Si no actuamos, no lo duden que así será, que aquello se eternizará por esas dos vías. Con lo cual, el debate político debe ser liberado, las buenas costumbres en política que tienen que ver mucho con la lealtad y la vergüenza, deben ponerse en práctica.
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Este artículo apareció originalmente en ZoePost el 15 de abril de 2021 como parte de una serie de 5 artículos que reproducimos a continuación en Opinión Cubana.
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