
La Habana — Más de la mitad de Cuba estará a oscuras este miércoles durante el horario pico de la tarde-noche, según confirmó la estatal Unión Eléctrica (UNE), agravando una crisis energética que se intensifica justo antes del sofocante verano. Con una capacidad de generación que apenas roza los 1.800 megavatios frente a una demanda que supera los 3.500, el país enfrenta un déficit crítico de 1.700 MW y cortes programados que afectarán al 51 % del territorio nacional de forma simultánea.
Pero los números oficiales apenas revelan el alcance del colapso: regiones como Santiago de Cuba y Holguín ya padecen apagones de hasta 20 horas diarias, mientras en La Habana los cortes oscilan entre 4 y 5 horas cada día. En Artemisa, el sector educativo ha tenido que recortar horarios escolares para mitigar los efectos de la falta de energía.
El panorama descrito por el Ministerio de Energía y Minas es alarmante. Siete unidades termoeléctricas están fuera de servicio y decenas de centrales de generación distribuida han quedado inutilizadas por falta de combustible. La demanda nocturna —que ya supera los 3.000 megavatios incluso en la madrugada— se equipara peligrosamente con la diurna, lo que augura un colapso inminente.
Las causas estructurales de esta crisis son múltiples: décadas de explotación de plantas envejecidas, falta de mantenimiento, escasez de combustible, ausencia de divisas para importarlo y un modelo energético completamente centralizado y desfinanciado desde 1959. Aunque el régimen apunta a las sanciones de EE. UU. como responsable, expertos independientes sostienen que la raíz del problema es la crónica ineficiencia del sistema estatal y su incapacidad para atraer inversión o generar soluciones sostenibles.
El impacto es devastador: la economía nacional se contrajo un 1,9 % en 2023, con un PIB aún por debajo de los niveles prepandemia. Y mientras el gobierno promete un crecimiento de apenas el 1 % para 2025, la realidad es que los apagones minan cualquier posibilidad de recuperación y alimentan el malestar popular.
Los cortes eléctricos no solo paralizan industrias y servicios básicos; también han sido detonante de las mayores protestas ciudadanas en los últimos años —desde el 11J en 2021 hasta las manifestaciones recientes en marzo de 2024. Sin luz, sin alimentos y sin esperanza, la oscuridad se convierte en metáfora brutal del presente cubano.
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