
La crisis alimentaria en Cuba ha alcanzado un nivel alarmante, dejando a miles de niños en una situación de extrema vulnerabilidad. En los últimos meses, las denuncias en redes sociales han evidenciado un fenómeno que el régimen intenta ocultar: el ascenso de la desnutrición infantil como una consecuencia directa de la escasez de alimentos y el colapso del sistema de asistencia social.
El caso más reciente y estremecedor fue expuesto por el activista Yunior Tamayo Barrios, quien esta semana hizo pública la situación crítica de un menor de 14 años en Florencia, Ciego de Ávila. A través de videos difundidos en redes sociales, Tamayo mostró la realidad de un niño que, debido a su grave estado de desnutrición, aparenta tener solo siete u ocho años.
“Yo nunca en mi vida había visto esto”, expresó el activista, mostrando imágenes del menor postrado en una cuna, con un nivel de deterioro físico que evidencia la falta de una alimentación adecuada y de cuidados médicos esenciales. El niño, que sufre de parálisis cerebral infantil (PCI), vive en condiciones de extrema pobreza en una casa de madera prácticamente inhabitable.
El caso generó una inmediata reacción de la comunidad cubana dentro y fuera de la Isla. En menos de 24 horas, se lograron recaudar cerca de 600.000 pesos cubanos para ayudar a la familia. Según informó Tamayo, la madre del menor, Arianna Darías Romero, aseguró que el Estado ha prometido construirles una nueva vivienda. Sin embargo, los fondos donados se destinarán a la compra de electrodomésticos y artículos básicos para equipar la casa, además de alimentos para el niño y sus hermanos.
Este no es un caso aislado. Según reportes de organismos internacionales como UNICEF, cerca del 9% de los niños cubanos vive en condiciones de pobreza extrema, con graves deficiencias alimentarias y acceso limitado a servicios básicos. La crisis económica que azota al país ha provocado un aumento dramático en los niveles de desnutrición, afectando especialmente a niños y ancianos, los sectores más indefensos frente a la escasez.
El periodista independiente Boris González Arenas calificó este fenómeno como una evidencia irrefutable de la crisis humanitaria en la Isla. “Me horrorizo al verlo, es la constatación más fehaciente de algo que es una verdad a voces. Mucha gente en Cuba está muriendo de hambre. Demasiada. Esta es la contraportada de nuestros presos políticos, la cara más visible de la resistencia que una nación agónica le hace al horror castrista”, escribió en su cuenta de Facebook.
Para González Arenas, la miseria extrema es un arma de control utilizada por el régimen para perpetuar su dominio sobre la población. “Cuando se preguntan: ¿por qué el castrismo ha durado tanto? Buena parte de la respuesta está en la debilidad y la indefensión que produce la miseria. Mientras más incomprensible es la duración del régimen de terror castrista, mayor es el holocausto que lo explica. Que Dios se apiade de nosotros y nos quite de encima tanto odio comunista”.
Durante décadas, la propaganda oficial ha intentado sostener la imagen de Cuba como un país con un sistema de salud y bienestar ejemplar. Sin embargo, la realidad en las calles y en los hogares cubanos contradice este discurso. La falta de leche, proteínas y alimentos básicos ha convertido la nutrición infantil en un problema de supervivencia. La escasez de medicamentos y la precariedad hospitalaria agravan aún más la situación.
El caso del menor en Ciego de Ávila es solo una de las muchas historias de desnutrición infantil que están saliendo a la luz gracias a la valentía de activistas y periodistas independientes. En un país donde el acceso a cifras oficiales es prácticamente imposible y la censura reprime cualquier denuncia, las redes sociales se han convertido en el único espacio para exponer la realidad que vive la población más vulnerable.
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