
Granma ha publicado recientemente un artículo titulado “La mendicidad no es compatible con el proyecto social cubano”, en el que intenta, una vez más, maquillar la miseria generada por más de seis décadas de control estatal absoluto.
En lugar de reconocer la responsabilidad directa del régimen en la crisis económica y social que ha sumido a la población en la pobreza extrema, el oficialismo culpa a las propias familias cubanas y se escuda en una supuesta solidaridad colectiva para ocultar su fracaso.
Según el artículo de Granma, el Código de las Familias establece que los cubanos tienen la obligación legal de garantizar la alimentación, vivienda y salud de sus familiares necesitados. En otras palabras, si un ciudadano cae en la indigencia porque el salario estatal no le alcanza ni para comprar un cartón de huevos, la culpa no es del sistema que lo empobreció, sino de su familia por no mantenerlo.
Este argumento no solo es cínico, sino que expone una realidad innegable: el Estado cubano admite implícitamente su incapacidad para garantizar condiciones dignas de vida a sus ciudadanos. Durante años han presumido de su modelo de “justicia social”, pero la verdad es que el cubano de a pie sobrevive gracias a las remesas enviadas por familiares en el extranjero. En otras palabras, el propio gobierno ha convertido a la población en mendigos forzados, dependientes de la caridad de quienes lograron escapar del sistema.
El artículo también culpa a factores externos como “la crisis internacional”, “el embargo estadounidense” y “la especulación de precios” por la situación económica del país. Sin embargo, la realidad es que la crisis en Cuba es extrema, e interna, resultado de más de seis décadas de depredación económica.
El control absoluto del Estado sobre los medios de producción, la prohibicion de la propiedad privada, los salarios de miseria, la falta de inversión extranjera debido a la inseguridad jurídica y la corrupción rampante, han destruido cualquier posibilidad de desarrollo. Mientras otros países han prosperado, Cuba sigue sumida en un sistema estatista que ahoga la iniciativa privada, destruye la productividad y obliga a sus ciudadanos a depender del Estado.
Por otro lado, la «mendicidad» en Cuba no responde a las mismas causas que en otros países. En sociedades occidentales prósperas basadas en economías de libre mercado, la indigencia suele estar más ligada a problemas de salud mental y abuso de sustancias que a la falta de recursos económicos. Estas sociedades por su propia dinámica ofrecen multiples oportunidades de mejoramiento a sus ciudadanos, y de hecho, una parte significativa de sus contribuciones publicas son destinadas al cuidado y mitigación del azote que representa la indigencia para la sociedad moderna. En Cuba, la «mendicidad» es una consecuencia directa de un modelo económico que ha empobrecido sistemáticamente a su población y que castiga cualquier intento de autosuficiencia fuera del control estatal.
Mientras desde el órgano oficial del PCC acusa a la población de mendigar, el propio gobierno cubano por su parte es el mendigo más grande que ojos humanos han visto. Un estado que basa su economía en préstamos internacionales que nunca paga, envios de remesas desde su comunidad de emigrados, la cual ham denominado como «diaspora», mientras recibe numerosas donaciones de organismos como la ONU, la Unión Europea y de la Internacional Socialista, que inevitablemente terminan en los anaqueles de las tiendas TRR (Tiendas de Recolección de Remesas).
Si hay indigentes en Cuba, es porque el régimen ha destruido la capacidad de los ciudadanos para prosperar. Si hay personas hurgando en la basura para alimentarse, es porque el gobierno ha convertido al país en un lugar invivible. Y si las familias cubanas tienen que sostenerse unas a otras, es porque el Estado solo se dedica a reprimir y saquear, sin desarrollar absolutamente nada que genere bienestar a la población.
El artículo de Granma intenta desviar la atención culpando a las familias y amenazando con sanciones legales a quienes “induzcan a la mendicidad”. Pero la realidad es clara: los únicos responsables de la pobreza extrema en Cuba están en las mansiones de Siboney, en el Consejo de Estado y en las oficinas de GAESA, la élite militar que controla y saquea los recursos del país sin jamás haber invertido un centavo en la economía nacional. Yo tengo una idea: si realmente queremos acabar con la indigencia, acabemos primero con el sistema que la genera. FINAL.
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