En medio del colapso sistémico del sistema de salud cubano, emerge una luz de esperanza desde el histórico Santuario de El Cobre. El proyecto «Abrazar la Vida», lanzado por el Santuario de la Virgen de la Caridad en colaboración con la Hermandad de Emaús, representa mucho más que una iniciativa de apoyo espiritual: es un testimonio vivo de cómo las instituciones independientes del Estado cubano están asumiendo las responsabilidades que el régimen ha abandonado.
La iniciativa, nacida del testimonio de 16 mujeres que han enfrentado el cáncer, revela una verdad incómoda para el régimen: mientras el sistema estatal se jacta de una supuesta excelencia médica, son las organizaciones religiosas y la sociedad civil quienes verdaderamente sostienen el tejido social de la nación.
Este contraste se hace más evidente cuando consideramos la realidad cotidiana de los pacientes oncológicos en Cuba. Mientras el régimen destina recursos a su aparato propagandístico y represivo, los enfermos de cáncer se ven forzados a depender de la solidaridad internacional y las redes sociales para acceder a tratamientos básicos. Los casos de Damir Ortiz Ramírez y Lía Isabel García Torres son solo la punta del iceberg de una crisis humanitaria que el gobierno prefiere ignorar.
El valor del proyecto «Abrazar la Vida» radica no solo en su dimensión espiritual, sino en su capacidad para crear redes de apoyo genuinas, alejadas del control estatal. En un país donde el régimen ha intentado sistemáticamente monopolizar toda forma de organización social, estas iniciativas representan espacios de auténtica libertad y solidaridad.
La Iglesia Católica, a través del Santuario de El Cobre, demuestra una vez más su papel fundamental como institución al servicio del pueblo cubano. Mientras el régimen mantiene un sistema de salud colapsado, marcado por la escasez de medicamentos y la negligencia administrativa, la Iglesia y otras organizaciones de la sociedad civil llenan el vacío dejado por la incompetencia estatal.
El contraste no podría ser más revelador: por un lado, un Estado que proclama tener el mejor sistema de salud del mundo mientras sus ciudadanos mueren por falta de medicamentos básicos; por otro, instituciones religiosas y grupos civiles que, con recursos limitados pero con genuina vocación de servicio, proporcionan el apoyo que el régimen es incapaz de ofrecer.
La experiencia de estas 16 mujeres, convertidas ahora en faro de esperanza para otras pacientes, ejemplifica la resilencia del pueblo cubano frente a la adversidad. Su testimonio no solo ofrece consuelo espiritual, sino que demuestra la capacidad de los cubanos para organizarse y apoyarse mutuamente al margen de las estructuras oficiales.
Las campañas de recaudación en GoFundMe para casos como los de Damir y Lía Isabel evidencian el fracaso total del sistema de salud castrista. Mientras el régimen gasta millones en propaganda y represión, son los cubanos en el exilio y la comunidad internacional quienes deben financiar tratamientos médicos que deberían estar garantizados por el Estado.
El proyecto «Abrazar la Vida» nos recuerda una verdad fundamental: la verdadera fortaleza de Cuba no reside en sus instituciones estatales, sino en la capacidad de su pueblo para organizarse y ayudarse mutuamente. Mientras el régimen se desmorona bajo el peso de su propia incompetencia, son las instituciones independientes y la sociedad civil quienes mantienen viva la esperanza de una Cuba mejor.
La iniciativa del Santuario de El Cobre no es solo un programa de apoyo espiritual: es un modelo de lo que Cuba podría ser sin las cadenas del totalitarismo, un ejemplo de cómo la sociedad civil organizada puede responder efectivamente a las necesidades de su pueblo. Es, en definitiva, una prueba más de que el futuro de Cuba pasa necesariamente por el fortalecimiento de las instituciones independientes y el desmantelamiento del estado totalitario que ha demostrado, una y otra vez, su incapacidad para servir a su pueblo.
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