
Con profundo pesar, Miami despide a uno de sus hijos más ilustres. Lincoln Rafael Díaz-Balart y Caballero partió de este mundo a los 70 años, dejando tras de sí un legado imperecedero de lucha por la libertad y la democracia.
La noticia, compartida por su hermano, el congresista Mario Díaz-Balart, ha sumido en el luto a la comunidad cubanoamericana y a todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerle.
Nacido en el seno de una familia comprometida con los ideales de justicia y libertad, Lincoln encarnó con pasión y valentía la voz de los oprimidos. Su trayectoria como abogado y político del Partido Republicano estuvo marcada por una inquebrantable defensa de los derechos humanos, especialmente de aquellos que sufren bajo regímenes totalitarios.
Durante sus 18 años como miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Díaz-Balart se erigió como un faro de esperanza para la comunidad cubana en el exilio. Su autoría del «Requisito Democrático» y de la Ley de Ajuste Nicaragüense y Alivio Centroamericano (NACARA) son testimonios elocuentes de su compromiso con las causas justas.
Lincoln no solo soñaba con una Cuba libre, sino que trabajó incansablemente para hacer de ese sueño una realidad. Su labor al frente del Instituto de Liderazgo Hispano del Congreso, fundado por él en 2003, abrió puertas y creó oportunidades para innumerables hispanos en Estados Unidos.
El vacío que deja su partida es inmenso, pero el consuelo reside en la simiente que plantó a lo largo de su vida. Su esposa Cristina, compañera de casi cinco décadas; su hijo Daniel y su nuera Estefanía; sus adorados nietos Lincoln Daniel y Edwin Rafael; y sus hermanos Rafael, José y Mario, junto a sus familias, atesoran ahora los recuerdos de un hombre excepcional que supo vivir con convicción y entrega.
Mientras Miami se prepara para rendirle un último homenaje en una misa que se anunciará próximamente, el espíritu combativo y generoso de Lincoln Díaz-Balart permanece vivo en cada corazón que anhela la libertad y la justicia. Su vida nos recuerda que hay batallas que, aun cuando parezcan imposibles, merecen ser libradas con determinación y esperanza.
Descanse en paz este incansable luchador, cuyo nombre quedará grabado para siempre en la historia de Cuba y de Estados Unidos.
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